EL LLAMADO DE XOTCHET
Añoraba su vida en el castillo de cristal. Éste, rodeado de un bosque primoroso, en donde los rayos solares penetraban como dedos larguiruchos, que con toques mágicos y dorados impregnaban de verdor la vida de la floresta; eran parte del paisaje que desde las almenas de la torre disfrutaba jubilosa la pequeña dama. En contraste, ahora su vida transcurría en la oscuridad fría de una mazmorra que se encontraba en la oquedad profunda del castillo, en los cimientos hechizados por los constructores primigenios. Un conjuro de protección contra Xotchet, el poderoso espíritu de la destrucción, convivía con la damisela. Debido a que Xotchet, amenazaba constantemente con arremeter contra el domo que había surgido del encantamiento, y que hacía las veces de guardián protector; la pequeña vestal fue recluida en el sucio calabozo para potenciar y unificar la conjura portentosa. A medida que la niña-mujer crecía se iba fundiendo en un solo organismo con el embrujo. Pero aunque Xotchet no podía invadir los muros cristalinos, en su vehemencia, forzó la cerradura mental de la niña. Ella fue su llave mágica. Xotchet halló un resquicio, un nicho neuronal por el que se coló y consiguió hacerle deplorable su salud mental. De manera que, la indujo a entregarse al odio sepulcral. Y junto con ella feneció el conjuro. Así, la aparente inviolabilidad del castillo se resquebrajó y las paredes de cristal se convirtieron en lagrimones que empaparon el arbolado adyacente.
Autora: Alejandra Sanders
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