La persona que sólo acude a YAHWEH en sus momentos de debilidad o de extrema "religiosidad", tal como acostumbra a hacer el hombre moderno, entonces sólo, con suerte, puede emitir pálidos gimoteos inconsecuentes, pues su voz, su corazón, su alma no están "entrenadas" para orar.
Además, como en todos los aspectos de la vida, para alcanzar la perfección en cualquier actividad o materia es imprescindible la dedicación y prácticas continuas, incluso en los momentos en que no se "siente" la necesidad de realizar tal ejercicio.
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